ces de servirme en estas circunstancias, que no pude menos de recurrir desde luego á Ud. Hay instantes en los cuales las mujeres tenemos derecho á molestar á los que nos han demostrado siempre alguna simpatía, y hasta ahora, la única persona que me ha dado pruebas de amistad sincera es Ud.... Sin embargo, si tiene Ud. algún compromiso, no quiero detenerle...
Carlos se apresuró á decir que «de ningún modo», que «estaba á sus órdenes», que su «amistad era inquebrantable». Sus frases entrecortadas y balbucientes, denotaban en él una emoción profunda.
— Mi marido —prosiguió Liliana— era un hombre metódico, que lo preveía todo y que todo lo arreglaba de antemano, como un reloj. Su testamento debe de estar hecho desde hace tiempo, y aunque yo ignoro sus últimas voluntades, supongo que una parte de su fortuna me pertenece desde ahora; ¿no le parece á Ud.?