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bosquejar un retrato; viéndose, por lo mismo, colmada mi ambición si consigo transformar el fantasma pálido y evanescente de María Sánchez de Mendeville, que aparece en his- torias, crónicas y tradiciones, más o menos fantásticas, en una figura humana, viviente y expresiva, con huesos que se acusan bajo los músculos y sangre que se transparenta bajo la piel. Para ello, he procurado mostrá- rosla en forma que os figuréis estar viéndola y oyéndola; ni más ni menos que como habló y se condujo en los episodios culminantes de su existencia. Tal método de estudio y modo de ejecución nos pone ahora, saltando algu- nos años de la vida de doña Mariquita, en presencia de un incidente a todas luces im- portante: la polémica que sostuvo con Sar- miento. No es elcaso de relatar aquí todas las peripecias de ese encuentro, en el cual, en definitiva, las autoridades escolares, represen- tadas entonces por el gran educador, reivin-
dicaban para ellas solas el privilegio de correr
