— 113 —
nudo, un saco de envidia, defendiéndose, las más veces, porque nadie las persigue, o por vanidad; pero no digas esto, hija, porque me tendrán por una bandolera.
Acabáis de oir cómo practicaba doña Ma- riquita el deber de la tolerancia ; ved, ahora, como ejercitaba, en medio de la estrechez a que la habían reducido reveses de la fortuna,
la santa virtud de la caridad :
No puedo decirte lo que me duele no tener una casita para las de Larrea. La de Mr. Denis, que es la mayor y con cuartos más grandes, se las ofrecería por seis meses, gratis. Ya conoces mi corazón. ¡Cómo siento el ser pobre!
Vamos a cosas más alegres, según exclama
ella misma en otra carta :
Como tanto me halagan, ponderan y agasajan, hago ánimo, algunas veces, para ir al mundo. Esta es mi filosofía : para ser gente, es preciso ir donde vala gente decente. Vamos peleando con la suerte, hija, y prolongando la vida. El viernes santo,