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aguantar; el día de pascua, aturdirse; porque divertirse, el que tiene memoria, no es posible.
Notad cónso, a pesar de los años, persiste en ella el culto femenil por la estética de la persona, y esa coquetería, púdica y honesta, que en la mujeres una obligación, casi diría
moral :
Esta noche es el baile de Amaral. Voy como máquina, pero voy; y te daré cuenta de mi toa- leta: el vestido de blonda negro, puesto sobre un raso rosa bajo — traje que usó la emperatriz de Francia. Como era de descote, lo he hecho abier- to, con una guarnición de blonda en el descote y una camisita con valencianas. En la cabeza, un peinadito de encaje fino, con dos marabús, y, en la punta, mi rico alfiler a lo María Estuardo. De suerte que: el cuerpo como una emperatriz y la cabeza como una reina, ¿qué más se puede pedir cuando hay biznietos ?
Reparad, todavía, cómo la apasiona y en- canta la buena sociedad, el trato de gente
fina, como ella dice; y cuan gratamente cos-