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la esposa, que posee aptitudes para el caso, de una discreta intervención como operador: en la obra representada por su marido. Limi- tada, esa participación, a tareas o funciones auxiliares, que a menudo se disimulan entre los bastidores del teatro, en ellas suelen tam- bién usarse algunos de los medios ya dichos. Ambas formas de colaboración han encontra- do, tal cual vez, en los anales de nuestra his- toria, personificaciones muy notables, pero, entre éstas, ningunas, quizá, tan completas y representativas como las de doña Encatr- nación Ezcurra de Rosas y doña Carmen Nó- brega de Avellaneda. Ensayemos evocarlas en momentos interesantes de su vida. La vio- lenta oposición de las líneas y de los tonos, antes bien que la maestría en el manejo del pincel, nos servirá para bosquejar y contrapo- ner estas figuras, características de dos épo- Cas, apenas separadas por cuarenta años, de nuestra historia política y social.