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IV
Al expirar, en 1832, el primer gobierno de Rosas, éste concibe y ejecuta en persona aquella campaña expedicionaria al río Colo- rado, con la cual conquista el modesto título de Héroe del desierto, ya que no el desierto mismo, que quedó como antes, y por muchos años aún, sujeto a la posesión de los primiti- vos señores de la pampa. La situación polí- tica del país es, en esos momentos, delicada, y no deja de ofrecer peligros para el plan de dominación que Rosas persigue con tesón in- fatigable. Éste parte, sin embargo, tranquilo, y se aleja de Buenos Aires 400 leguas sa- biendo perfectamente que, durante su ausen- cia, la máquina de opresión por él montada y puesta en funcionamiento desde varios años atrás continuará realizando su obra anar-
quizante bajo la segura mano de doña Encar-
