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el hogar doméstico, a leer y a escribir con una hermosa letra, cuyos rasgos, nítidos y firmes, reproducen la escritura de su padre. Onando más tarde, pues, dícele a su amiga Candelaria Somellera, aludiendo a las mujeres de su ge-
neración :
Nosotras sólo sabíamos
Ira oir misa y rezar Componer nuestros vestidos Y zurcir y remendar,
este « nosotras » sólo tiene un valor relativo, y no se aplica, por cierto, ala autora de la epístola. Todo hace, además, suponer que don Cecilio, sea por estímulo de sus propios de- seos, sea por el aguijón de los de su hija, se dió tiempo, entre el desempeño de sus cargos capitulares de alcalde de primer voto, regidor,
11, página 122.) Basta ver —en el acta de fundación de la Sociedad de Beneficencia (1823), que lleva al pie las firmas de las socias presentes — la defectuosa caligrafía de algunas de las señoras firmantes, para comprender cuán exacta es la afirmación de Sarmiento.