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1877, verdadero arco iris de paz en el cielo tempestuoso de nuestra política, que aplacó las pasiones irritadas, serenó los agitados es- píritus, y, merced al abrazo cordial cambiado entonces entre Mitre y Avellaneda, la volun- tad persistente del último, secundada por la pericia militar de Roca, pudo, al año siguien- te, resolver en definitiva el problema econó- mico-social más importante de los que haya presentado la historia argentina: laconquista, para la civilización, de nuestras pampas fe- cundas y dilatadas. Y no penséis que exagero cuando afirmo que muchos de los éxitos de un gobernante pueden atribuirse, hasta cierto punto, a la acción moderadora, en lo interno, conciliadora y captadora de voluntades, en lo exterior, de una compañera como Carmen Nóbrega. Sarmiento, que, por desgracia suya, vióse privado de este género de influencias, lo que explica tal vez algunas de sus intem- perancias y salidas de tono — como aquella resolución en que puso a precio la cabeza del
