— 247 —
la rebelión declarada. El día 2 de junio, por la tarde, salió, como habitualmente, de la casa de gobierno. Iba esa vez en compañía del ministro de justicia, culto e instrucción pública, doctor Miguel Goyena, y del joven dou Pablo Egaña, cuyos movimientos habían perdido su elasticidad de costumbre en razón de llevar puestas, bajo su propio traje, varias prendas de vestir del doctor Avellaneda. El presidente y sus acompañantes subieron al coche particular del primero, y el fiel Victo- riano, que lo conducía, cruzó serenamente las calles de la ciudad, alcanzó, al rato, los subur- bios del Once, y, sorteando baches y panta- nos, llegó, una hora después, a la puerta del cuartel del 1” de caballería, que se alojaba en la antigua Chacarita de los Colegiales, situa- da entonces en plena campaña, entre quintas de verduras, hornos para ladrillos y vetustos caseríos coloniales cercados por tunas y pitas
espinosas.