—= 5 —
vivísima luz sobre las relaciones entre ambos personajes. Rosas censura a doña Mariquita por el celo que ésta demuestra en dar solu- ción inmediata al asunto, llegando a poner en
duda el patriotismo americano de su amiga:
Conocí antes — escríbele — nna María Sán- chez, buena y virtuosa federal. La desconozco, ahora, en el billete con tu firma que he recibido de una francesita parlanchina y coqueta.
La misiva, como véis, reviste, en su laco- nismo, todo el carácter de una confesión, para el que se halle un poco familiarizado con el arte de leer en las almas a través de los gestos y expresiones. En esas breves líneas, trasúntase a Rosas en alto relieve, con su fiso- nomía habitual, entre sarcástica y amenaza- dora. Su antipatía y desdén incoercibles por los refinamientos de la civilización europea detonan en esas tres palabras « francesita parlauchina y coqueta, » que resuenan como un estallido y constituyen una interesante