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¡ Esto es el juicio fina] ! Todos son celos y quejas Pelea descomunal,
Y los más lindos amores Veo en el baile enterrar.
Hecha la demostración, la autora de la epístola, se encara con la destinataria para decirla:
Ya ves, pues, amiga mía, Que no tienes que envidiar
A la bella juventud Que nos viene a reemplazar.
No obstante la evidencia de la argumenta- ción, la autora se considera obligada a refor- zarla, y, a tal efecto, parangona la educación antigua con la moderna, deduciendo conclu- siones también desfavorables para la última, que abruma a los niños con el estudio de mul- titud de asignaturas científicas y de ramos de adorno, no consiguiendo, en definitiva, hacer de ellos, sino simples mudos, tan abu-
rridores y aburridos como sus propios padres: