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DESCRIPCION

de los españoles. Cangapol hijo de Cacapol, fué perseguido y alcanzado; pero los españoles no se atrevieron á atacarle, aunque eran dos veces mas numerosos, porque ellos y sus caballos estaban de tal modo cansados, en una marcha de 40 leguas, sin tomar refresco alguno.

Los moradores de Buenos Aires, teniendo aviso anticipado de este ataque, por los fugitivos, se vieron en la mas terrible consternacion. Muchos oficiales militares corrian por las calles, con la cabeza desnuda, en un estado de distraccion, habiéndose llenado de gente las iglesias y casas religiosas, á donde se refugiaban, como si el enemigo estuviera á las puertas de la ciudad. Los españoles humillados con este golpe, quitaron la comisión al Mariscal de Campo, y nombraron otro en su lugar, levantando un ejército de 700 hombres que marcharon al Casuhati, no para renovar la guerra, sino para pedir paz. Todo un año se pasó despues de la última victoria, sin hacer cosa alguna: en cuyo tiempo los indios, con un joven cacique Cangapol á su cabeza, levantaron un ejército de cerca de 4000 hombres, compuesto de aquellas diversas naciones, con el cual pudiera hacer frente á todos los españoles; pero sin embargo de estas ventajas, dieron oidos á la propuesta del nuevo Mariscal de Campo, á quien tenian por su amigo. Este, temiendo las consecuencias de una nueva guerra, ofreció entre otras condiciones, entregar todos los indios cautivos, sin mas consideracion que el redimir los cautivos españoles. Un jesuita misionero, que fué al campo español con algunos Chechcheches y Tehuelches convertidos, representó vivamente que aquella condicion era indigna é inadmisible, no evitando por este medio un próximo rompimiento. Propuso un cambio reciproco de prisioneros; pero fué tan grande el miedo de esta guerra, que no se hizo caso de su proposicion, aunque muchos indios no pedian condiciones mas ventajosas. Algunos caciques de los Tehuelches, que habian llevado consigo sus cautivos, inmediatamente los entregaron haciendo la paz, no entendiendo la proposicion del Mariscal de Campo en otro sentido, que el de la mutua entrega de sus prisioneros. Los Moluches fueron por fin á Buenos Aires, y redimieron sus indios, y los de los Tehuelches, sin entregar los cautivos españoles que tenían. Desde entonces los Tehuelches, tentados con las esperanzas de presas, han hecho cada año incursiones en el territorio de Buenos Aires, robando mucho ganado. No obstante este ha sido el mayor daño que han hecho hasta el año de 1767, en que habiendo sido insultados, renovaron la guerra y cautivaron mucha gente, de forma quede las escuadras españolas que los persiguieron, solo dos se escaparon: siguiéndolos luego y alcanzándolos largamente con un cuerpo mayor de tropas, su coronel Ca-