52 PAULETTIE PAX
Eso carece de importancia de todo género para las señoritas del teléfono.
Pero, ¿qué sucede nuevamente?
Una decepción me espera al llegar a la plaza Miguel. Todo está a obscuras. No se representa esta noche,
A lo que parece, por una medida de pru- dencia.
¡Qué desilusión!
Tomo el democrático tranvía que, también como el teléfono, sigue funcionando, y llego a mi casa.
Un francés me presta el periódico L'Entente. Leo que Kerensky reunió varios regimientos; que marcha sobre Petrogrado y que probable- mente se halla sólo a veinte kilómetros de la ciudad.
Ya se oye, en efecto, un sordo cañoneo.
¿Vamos a ser bombardeados en nuestras casas por la artilleria rusa?
A 5 de Noviembre.
Habiendo sabido por teléfono que como el Teatro Miguel no dió representación anoche, el ensayo de costumbre se dará esta tarde, me pon- go en camino inmediatamente.
Esta vida de comedianta en medio de la tor- menta revolucionaria, es verdaderamente singu- lar, y no creo que haya muchos de mis camara-