PAULETTE l'AX
Tengo que llenar un documento que es, real-
mente, un cuestionario policíaco.
Se me hace pasar entonces a la sala contigua
donde está Lounatcharsky.
Este es un ho.nbre de estatura mediana, lige-
ramente encorvado, con el rostro delgado y sim-
pático, y los ojos de mirada franca.
Sus cabellos, castaños, están peinados hacia
atrás con estudiado descuido. Una pequeña pe-
rilla sedosa le afina el rostro. Hay que notar,
además, que la mayor parte de los bolcheviques
usan perilla.
En verdad, no esperaba yo que este hombre
fuera así... Maquinalmente imagina uno que tie-
nen rostros terribles todos los personajes de esta
revolución, que es espantosa bajo cualquiera de
sus aspectos.
Lunacharsky me pregunta con afabilidad el
motivo de mi visita. Lo expongo, y él aprueba.
Inmediatamente hace redactar a su secretaria,
la Sra. Kamenieva, una petición para el minis.
tro de Hacienda. !Ay, dios mio! ¡Voy a tener ne-
cesidad de tratar asuntos con la burocracia bol-
chevique!!Eso no es cualquier cosa!
Pero reconozco que lo que acabo de ver es
muy distinto de lo que esperaba encontrar. Las
oñcinas por donde tengo que pasar al retirarme,
están llenas de personas a quienes se ve trabajan-
do en tareas bien organizadas y metódicas.
Página:Diario Comedianta Francesa Bajo Terror Bolchevista.djvu/78
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