Al poco rato después de levantada me avisó la negrita Carlota que llegaba Loreto, con este anuncio me quedé sin poder caminar ni hablar y no haría sino gritar, quise dejar a Sofía para poderlo abrazar con más libertad, pero ella no me dejaba y en esto nos abrazamos comprimiéndola lo que la hacía llorar con mucha fuerza toda asustada.
La primera pregunta fue para nuestra madre y familia y aquí seguimos él admirado por mi estado de flaqueza y yo por su corpulencia no dejaba de decirme que pronto me pondría como él y hacerme preguntas de sus amigos. Esta noche fue la primera que dormí tranquila pues carecía de ésta desde que salí de Buenos Aires.
Cada día adquiero más fuerzas, cuya falta es mi única enfermedad.
Sofía era la hija menor que aún no caminaba. Ya grande en Buenos Aires enviudó de Hughes y se casó después con Wilken. Dejó descendientes.
Sábado 18 de Julio — Sigue el mal tiempo asimismo se pusieron los capitanes con Emilio y Lorato a hacer una casa provisional de tablas para alojar a las familias alemanas que los días anteriores se habían acomodado en las piezas de altos, las que nos hacen falta para las provisiones y muebles.
Hoy mismo se concluyó la obra y la familia se han acomodado. Mi pieza principal se ha concluído de entablar y blanquear y no espero sino que llegue la cal y la colocación de una buena chimenea de hierro para pasarme a ella.
Domingo 19 de Julio — Mal tiempo con viento fuerte desembarcaron las provisiones y muebles vinieron los negros del pescadero que todavía no conocía e hice quedar algunas de ellas que he elegido para el servicio entre ellas la que pienso mandar a mi madre en Buenos Aires, con el objeto de que vaya poniéndose algo de lo que es el servicio hasta que llegue el caso de irse.