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Página:Diccionario araucano-español y español-araucano.djvu/13

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VII
PRÓLOGO

que los vocablos comunes a ambas regiones vienen sin signo alguno. Pero advertimos que dichos signos denotan únicamentente que las palabras que los llevan eran conocidas del intérprete e informante del respectivo centro dialéctico, y nada más.

Debemos agregar que, aun cuando no existe un lenguaje común o literario, sin embargo hay en todos los territorios dialécticos un modo elegante de expresarse, que se hacía lucir principalmente en los parlamentos de los caciques, costumbre que ya va desapareciendo, y en todas partes hay un modo de hablar correcto, y otro descuidado. «Entre nosotros», nos dijo uno de nuestros intérpretes, «hay también, lo mismo que entre los chilenos, unos huasos que hablan muy mal»; y más de una vez nos observaban nuestros amigos, que pertenecían a familias distinguidas entre sus connacionales: «No se deje Ud. influir por el modo como habla Fulano; él no sabe hablar».

De esto se desprende que no todo indígena es apto para servir de consultor en la indagación de su idioma, sino solamente aquellos que lo hablan con reconocida corrección, y nosotros podemos asegurar que nos hemos valido de personas competentes e idóneas para dicho fin.

IV.— FUENTES Y MÉTODO.

1.º Los «Vocabularios» antiguos de los Padres Jesuitas Luis de Valdivia, Bernardo Havestadt y Andrés Febrés.

Al revisar los dos primeros, marcamos en el margen del libro los vocablos que el intérprete conocía, pero sin hacer más uso de nuestros apuntes.

El Vocabulario de Febrés llegó a nuestras manos en un ejemplar antiquísimo. Lo estudiamos con Pascual 2.° Painemilla Ñamcucheu hasta la letra «T» antes de 1903, y el resto, ya provistos de la edición de Juan M. Larsen, con Domingo 2.º Wenuñamco por el año de 1912. Trasladamos las palabras que ignorábamos y que el intérprete reconocía, a una libreta, en la forma que él las pronunciaba. Nuestros intérpretes nos indicaban los sonidos peculiares y que nos eran difíciles de distinguir, para lo cual los habíamos formado.

Los Vocabularios antedichos son ciertamente de mucho mérito; pero como las costumbres de los indios y todo su mundo de ideas han cambiado enteramente por el contacto con la gente civilizada y las nuevas condiciones de vida en que se encuentran: muchas de las explicaciones que dan aquellos Vocabularios, no eran ya inteligibles al intérprete ni lo son a los indios modernos en general. De no pocos términos de Havestadt y Febrés dijo Painemilla que eran de los huilliches. La fonética, que nunca ha sido fija o constante, ha sufrido nuevas alteraciones, y han variado los elementos constitutivos de las derivaciones en muchos verbos. Además abundan, especialmente en Febrés, las palabras-raíces y los términos raros, pero escasean los verbos compuestos con sus múltiples acepciones tan indispensables para la conversación.

A nuestro juicio, estos Vocabularios no dejarán nunca de tener grande