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Página:Diccionario biográfico de Chile - III (1901).djvu/100

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esto unido a una imajinacion fogosa le facilitaba producciones felices y oportunas; sus exámenes anuales y demas funciones literarias de colejio, desempeñó con el lucimiento que corresponde a aquellos principios, y no dudo que ellos le proporcionen tan ventajosos conocimientos que llegue a ser un literato cumplido.» A la confirmacion estensa de la anterior esposicion sobre los talentos especiales del estudiante Rodríguez, la que reproducimos avanza vaticinios fundados y elocuentes que arrancan de sus propias manifestaciones de carácter y de estudioso alumno. Robusteciendo las opi niones precedentes, el catedrático de filosofía del Real Colejio Carolino y convento del Sagrario, doctor don José Gregorio de Barrene. chea, espone: «Certifico en cuanto puedo, y ha lugar en derecho: que don Manuel Rodríguez fué uno de los individuos que vistieron la beca de este Real Convictorio; y que el espacio de tres años asistió a mi aula con aplicacion y esmero, en cuyo tiempo conocí sus buenos talentos: su discusion incesante a aquellas materias de su fuero, lo hicieron distinguirse entre los demas alumnos, y ser el honor y mayor ornamento del Colejio: su juiciosidad y buena conducta fué notoria; de suerte que aun la Real Universidad debe esperar nuevos lucimientos en las demas Facultades en la forma en que don Manuel los promovió y adelantó en las de lójica, metafísica, ética y física en este Real Colejio.» Incorporado a la Universidad de San Felipe, Manuel Rodríguez, el alumno modelo del Convictorio Carolino, continuó mereciendo de sus maestros el título de estudiante aventajado y sobresaliente. El rector de la Universidad antedicha, don Manuel José de Vargas, suscribe la informacion que copiamos: «Cuando ocupé el rectorado de esta Universidad de San Felipe, el año 1800, encontré cursando las aulas de filosofía a don Manuel Rodríguez, colejial del Colejio de San Carlos. Muchas ocasiones presencié los actos que sustuvo y siempre le oí hablar acertadamente. Por la distincion que desde luego obtenia entre los demas estudiantes, rejistré los libros de la Universidad: encontré en el de asistencias, ser ésta indiscontinuada, y repetidas veces con el cargo de difensante, porque el colejio siempre le encomendaba sus conferencias, que desempeñaba con lucimiento, efecto preciso del talento aventajado que le adornaba, y de su escrupulosa aplicacion y celo; y del de asentamientos la partida de su incorporacion, y un exámen que babia dado en el rectorado de mi antecesor, el señor doctor don Martin de Ortúzar, con unánime aprobacion de los examinadores. El segundo y tercero los dió en mi tiempo, siendo de notar, que el filósofo que anualmente presenta sus exámenes, no tiene obligacion el último año de dar el jeneral de toda la filosofía, sino solo el respectivo a éste; Rodríguez no solo se examinó de las 63 cuestiones, que completan aquél, sino de 79, poniendo 16 de mas. No he visto en el lapso de muchos años, que soi alumno de este ilustre cuerpo, tan distinguido amor a las letras y aplicacion. Controversió por el término de mas de dos horas sobre los teoremas que propuso, y la jeneral aprobacion y aplauso que recibió de los cuatro examinadores que