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Página:Diccionario biográfico de Chile - III (1901).djvu/104

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gua, cuyo desastre lo condujo con sus compatriotas, al destierro. Manuel Rodríguez, como todos los emigrados chilenos que llegaron a Mendoza en busca de refujio en su destierro, se consagró a trabajar con empeñoso afan por volver a su patria a restaurar la revolucion de la independencia tan rudamente desorganizada en el desastre de Rancagua por la reconquista española. Sin alarde de ningun jénero, haciendo valer únicamente su personalidad modesta y su anhelo de servir a la causa de la libertad de su suelo, tuvo el acierto y el raro talento de captarse la voluntad del impenetrable e inflexible jeneral San Martin. La desgracia que acompañó a los Carrera, sus amigos, en el ostracismo de Mendoza, no alcanzó al jóven proscrito, que, por el contrario, tuvo la rara suerte de merecer la confianza y la ayuda militar del Gobernador de aquella plaza. Rodríguez manifestó a San Martin su resuelto propósito de trasmontar los Andes y venir a las comarcas chilenas a ajitar el sentimiento popular de sus compatriotas en contra del dominio español, sublevando los pueblos y los campos en favor de su causa, con el solo influjo de su coraje y de su juvenil entusiasmo. Espuso su plan de guerrillas y montoneras al sagaz jefe del Ejército unido de los Andes, revistiendo con la fe de su palabra de animado colorido, el éxito de su audaz y temeraria empresa revolucionarla. San Martin, que estaba dotado por la naturaleza de ese dón estraordinario de la penetracion del carácter de los hombres, supo encontrar en el jóven y valiente desterrado un auxiliar poderoso e inapreciable y aceptó gustoso y decidido el concurso que le ofrecia. Comprendió que Rodríguez le allanaria el camino para la invasion del pais con su Ejército y le prepararia el espíritu popular en favor de su campaña, a la vez que desconcertaria al enemigo para que no opusiera una resistencia uniforme y compacta a sus huestes espedicionarias. San Martin le dió doscientos jinetes que fueron los primeros en pisar territorio chileno por el valle de Colchagua, para que organizase la primera montonera patriota. Al frente de este puñado de valientes soldados, Rodríguez invadió el pais en 1815, levantando la bandera de rebelion en los campos, poniendo en movimiento a los pueblos de los valles y alarmando a los realistas, haciéndoles creer que sus tropas eran mui numerosas, que formaban un cuerpo de ejército desprendido de Mendoza para atacarlos en las ciudades y en los centros ocupados por su poder invasor. Fué así como el gobierno español de Marcó del Pont, creyéndose amenazado en su estabilidad, puso en actividad tres mil hombres, de sus fuerzas regulares, para perseguirlo, poniendo a precio su cabeza de caudillo. Todo el cuerpo militar de caballería de Maroto se movilizó para perseguirlo por las montañas y los valles del centro del pais. Por bando publicado el 7 de Noviembre de 1816, se ofrecia un premio de mil pesos oro al que entregase preso al denodado guerrillero y ademas el perdon del delito mas atros al que denunciase su refujio. Fué este el período mas brillante del heroico guerrillero, al cual debe la patria sus primeros galardones de soberanía y cuyo glorioso recuerdo vive perpetuamente unido a su nombre