ROD | Biográfico de Chile | ROD | 99 |
en la leyenda, en la tradicion y en la historia. El historiador Barros Arana espone en su Historia Jeneral de Chile, con respecto de sus hazañas: «Tomando nombres finjidos, vistiéndose en ocasiones el hábito de un fraile franciscano, el poncho de un campesino o de un sirviente doméstico, o cargando el canasto de mercader ambulante, 89 introducia en los cuarteles y en las casas que frecuentaban los oficiales de Talavera, preparaba burlas para desprestijiar a éstos y estimulaba artificiosamente a los soldados a desertar del servicio.»
En revistas europeas y americanas se han consignado antecedentes y apreciaciones altísimas sobre las proezas de Manuel Rodríguez, que son títulos honrosos para su celebridad. La Revista Norte-Américana, de los Estados Unidos, гергоdujo del libro del capitan ingles Mr. Head, publicado en Londres en 1826, rememorando hechos personales, los siguientes pasajes sobre el célebre guerrillero chileno: «En la época en que Buenos Aires auxilió la emancipacion de Chile, Rodríguez fué uno de los que mas activamente trabajaron con consejos y acciones. Su jenio impetuoso lo indujo a encargarse de una comision tan importante y escabrosa como era la de llevar personalmente noticias a los amigos de la insurreccion en Santiago, indagando al mismo tiempo el estado de opinion en todo el pais. En estas funciones se manifestó un segundo Proteo. Aunque precavido y prudente, no hubo peligro que no arrostrase en bien de la causa que defendia. En el intervalo de las batallas de Rancagua y Chacabuco, mientras los realistas estaban en posesion del reino, pasó tres veces la cordillera, y entró con varios disfraces a Chile, viajando jeneralmente a pié. Unas veces se vestia de minero, otras se presentaba como un mercader ambulante. Con estos arbitrios pudo llegar hasta Talca, dándose a conocer algunas veces a sus íntimos amigos. Una vez, creyéndose perseguido en la capital, estuvo oculto un dia entero y parte de la noche dentro de una tinaja; y en otra ocasion, volviendo de Chile a Mendoza, fué detenido, aunque no descubierto, por un oficial que con una partida de soldados se empleaban a la sazon en el arreglo del camino. Rodríguez se puso inmediatamente a trabajar, manifestándose tan diestro en el manejo del pico y del azadon como lo era en el de la pluma. Allí se detuvo dos dias, teniendo ocultas cartas y papeles cuyo descubrimiento hubiera podido costarle la vida.» El viajero británico Mr. Samuel Haigh, que trató a Rodríguez en 1818, en Chile, lo retrataba en las elocuentes pinceladas que reproducios: «Yo conocí a Manuel Rodríguez. Sus sentimientos eran los de un liberal ardoroso y bueno. Contribuyó con sus guerrillas a cansar y a distraer las fuerzas españolas mientras se esperaba la invasion de Chile por San Martin, y fué uno de los mas celosos cooperadores y corresponsales de aquel jeneral. Su actividad eludió todas las tentativas hechas para tomarlo cuando el gobierno realista habia puesto un alto precio a su cabeza, y frecuentemente sorprendió y derrotó los destacamentos de sus enemigos de la manera mas singular. Por marchas forzadas, emboscadas, falsos avisos, burló tambien al gobernador Marcó del Pont, que la causa