copia de combinaciones acabadas en su última perfección, y otras, à las quales parecía por entonces faltarles mui poco para perficionarse, que aumentaron el deséo que tenían todos de dár à luz el trabájo: juzgando se perdía tiempo en tener ociosa la prensa, que daría lugar, mientras corria, à que se continuasse sin interupción la obra: porque hallándose la Académia abundante de autoridades para las voces, y exercitados los ingénios en el méthodo de exponerlas, era yá ocasión de empezar à imprimir, sin el riesgo de que el Impressór pudiesse alcanzar en la carréra: pues estaban casi dispuestas las priméras letras, en que havían trabajado todos, unos mucho, y otros lo que sus ocupaciones les havía permitido: y à los pocos, que havían perseverado constantes en la Académia, no les parecía trabájo especiál el acabar de ordenar las referidas quatro letras, reduciéndolas à su mayor perfección: y mas haviendo conseguido cada uno componer una, ù dos letras entéras de las que se siguen.
- La E Don Adrian Connink.
- La F Don Vincencio Squarzafigo.
- La G Don Juan de Ferréras.
- La H, y la L Don Fernando de Bustillo.
- La I, y la J el Padre Joseph Casáni.
- La K el Padre Maestro Frai Juan Interián de Ayala.
- La O Don Manuel de Villegas.
23 Juntas estas à las quatro priméras componían sin duda mas de la mitad del Diccionario: y assi parecía justo no dilatar mas el imprimir, considerando lo que tambien se havía de tardar en concluir lo que faltaba. Este acuerdo se suponía conveniente, aun faltando à la Académia todos aquellos que por otras ocupaciones no podían ayudar, ni con su asisténcia, ni con su trabájo: pues se infería con bastante fundamento, que assi como los pocos, que continuaban con tanto zelo, havían podido contribuir à todo lo executado, podrían estos mismos trabajar, y perficionar lo que faltaba, supliendo su aplicación el número de muchos. Sin embargo de esta constante determinación, se reparó en que la falta de medios la havía de atrassar mucho, ù desvanecer en el todo, porque el gasto de la impressión havía de ser mui grande, y los Académicos, que podían contribuir con su voluntário trabájo, sin otro prémio, que el de la honra y zelo del bien p´´ublico, no eran capáces de suplir à propias expensas lo que necessitaba una impressión tan costósa: y no hallaban alívio al desconsuelo de vér malogrado su trabájo, no pudiendo salir à luz. En este estrecho acordó la Académia recurrir à la Real magnificéncia de su Protectór el Rey nuestro señor: porque haviéndose dignado su Magestad de manifestar era de su Real agrádo la fundación de la Académia, y tambien su continuación (pues repetidas veces se havía debido à su Magestad el honór de preguntar à su Directór el estado del Diccionario) se debía esperar de su