terminaciones, como oy en dia se vé en los Africanos que vienen à nuestra España, que siempre se explícan por infinitivos, y los Italianos y Franceses, que al princípio mudan las terminaciones, tomando en nuestras Voces la significación y las letras hasta la última terminación: y de aqui nació sin duda, que en aquellas Voces en que convenían las terminaciones de los Romános, y de los Españoles, las tomassen, y usassen puramente Latinas: como los femeninos en A, Musa, Rosa, Contraria, Aura, Ardua, y en otras muchas, y por mejor decir muchissimas Voces se muda solo la terminación: como Sermón, Canción, Incéndio, Vencimiento, Immediatamente, Claramente, y el infinitivo, ò la raíz por donde se conjugan: como Amar, Clamar, Implorar, Conocer, Poner, Resistir, Sumergir.
23 Si huviera quedado alguna luz, ò notícia cierta del Idióma que hablaban los antíguos Españoles antes que los sujetassen los Romanos, no hai duda que huviera una antorcha, que con toda claridád no solo mostrára el orígen de muchas Voces, sino alumbrára para hallar y discurrir reglas verdadéras para otras; pero como aquella Léngua se obscureció tan del todo entre las sombras del olvído, para descubrir y facilitar algun camíno al discurso, el dia de oy es forzoso valerse de la escása luz de las conjeturas, y deducir las reglas del mismo estado que oy tienen las Voces, ò inferirlas de la variación de las letras, en que por la semejanza de unas con otras, y falta de inteligéncia del lenguage, y pronunciación de los Latinos, trocaron nuestros antíguos las unas por las otras, y desfigurando las Voces Latinas formaron poco à poco las Españolas: à que contribuyó lo bastante la irrupción de los Arabes, de quienes nos ha quedado el freqüente uso de la J el pronunciar como ella la X en algunas palabras, y el general sonído de la G guturál en las vocáles E, y I.
24 Assi fué poco à poco formándose un Idióma distinto del Latino, de donde nació, y de donde se fué apartando del modo dicho: de suerte que conserva la filiación, pero sin sujeción alguna de Pupíla, sino libre, con Réino aparte, y debaxo de Império absoluto, que goza sobre las Lénguas el común uso, y esta es la priméra edád de la Léngua.
25 Formada yá creció à su segunda edád, fortalecida, y enriquecida de muchas Vóces, unas formadas de las que yá eran suyas próprias, otras que cobró de la sujeción de los Arabes, y no pocas que tomó de la comunicación de los Teutones, Italianos, y Franceses, y assi duró hasta los tiempos del Rey Don Alonso el Sabio, hasta los quales se conservó la costumbre de formar los instrumentos públicos en Latin: sin duda para seguridád y firméza de las expressiones, por no poderse fiar en estos priméros tiempo los Españoles de sus balbucientes Phrases, para assegurar los contratos que estipulaban.
26 En los tiempos de este Rey sabio se mandó que se formassen los instrumentos públicos en Españól, para evitar la indecéncia del fingido