Página:Diez años de destierro (1919).pdf/129

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
127
 

murió de frío Santos Louverture; merecía su desgracia por haber sido cruel; pero quien menos derecho tenía a imponérsela era el Emperador, puesto que se comprometió a garantizarle la libertad y la vida. El día en que yo pasé al pie de este castillo hacía un tiempo horrible; pensé enaquel negro, trasladado de pronto a los Alpes, para quien tal residencia era un infierno de hielo; pensé en otros seres más nobles que habían estado encerrados allí, y en los que aún lo estaban, y me dijo que si yo estuviese como ellos no saldría de allí con vida. Nada puede dar idea al corto número de pueblos libres que aún quedansobre la tierra, de lo que es la falta de seguridad, situación habitual de todas las criaturas humanas bajo el imperio de Napoleón. En los demás.

Gobiernos despóticos hay unos usos, unas leyes, una religión que el amo no infringe nunca, por absoluto que sea; pero en Francia, como todo esnuevo, el pasado no puede servir de garantía, y todo se puede temer, o se puede esperar, según:

que se sirvan o no los intereses del hombre que:

se atreve a presentarse a sí mismo, y sólo a sí mismo, como fin de la raza humana entera.

CAPITULO II

Regreso a Coppet.—Diversas persecuciones.

Al volver a Coppet, arrastrando el ala como lapaloma de La Fontaine, vi el arco iris aparecer sobre la casa de mi padre; y como nada en mi