Página:Diez años de destierro (1919).pdf/167

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
165
 

yo; porque yo he nacido a orillas del Sena, donde sólo le naturaliza su tiranía. Los aires de aquel hermoso país no son para Bonaparte los aires natales; ¿cómo va a comprender el dolor de mi destierro, si aquella fértil comarca no es a sus ojos más que el instrumento de sus victorias? ¿Cuál es su patria? La tierra que le acata sumisa. ¿Cuáles sus conciudadanos? Los esclavos que obedecen sus órdenes. Un día se lamentaba de no haber tenido bajo su mando, como Tamerlán, raciones ajenas al raciocinio. Presumo que ahora ya estará contento de los europeos; sus costumbres y sus ejércitos se parecen bastante a los de los tártaros.

Mientras estuve en Suiza, no tenía nada que temer, puesto que siempre podía probar mi derecho a estar allí; mas, para salir de Suiza, sólo obtuve un pasaporte extranjero, y como iba a cruzar por un Estado confederado, si cualquier agente francés hubiese pedido al Gobierno de Baviera que no me dejase pasar, sabido es con cuanta amargura, pero con qué puntual obediencia, hubiese ejecutado las órdenes recibidas. Entré en el Tirol, país que me inspiraba gran respeto, pues se había batido por adhesión a sus antiguos señores; grande era también mi desprecio por aquellos ministros austriacos que Ilegaron a proponer el abandono de este pueblo, comprometido por fidelidad a su soberano. Dícese que un diplomático subalterno, jefe del departamento del espionaje en Austria, tuvo un