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El sepulcro de Suvarow está en ese convento de Alejandro, y no tiene más ornamento que su nombre; es bastante para él, mas no para los rusos, & quienes prestó grandes servicios. Por lo demás, esta nación es tan militar, que se asombra menos que otras de las proezas de esa índole. Las familias más ilustres de Rusia han construído sus panteones en el cementerio contiguo a la iglesia de Newsky; pero ninguno de esos monumentos es digno de nota; no son bellos desde el punto de vista del arte, ni impresionan nuestra imaginación con ninguna idea grande. Es verdad que el pensamiento de la muerte causa poco efecto a los rusos; sea valor, sea inconstancia de sus impresiones, su carácter se presta poco a las tribulaciones duraderas; son más capaces de superstición que de emoción; la superstición atañe a esta vida, y la religión a la otra; la superstición está ligada a la fatalidad, y la religión a la virtud; la viveza de los deseos terrenales nos hace supersticiosos, y, por el contrario, el sacrificio de tales deseos nos hace religiosos.

El señor de Romanzoff, ministro de Negocios Extranjeros de Rusia, me colmó de amabilísimas cortesías; a pesar mío, pensaba yo que este ministro, tan compenetrado con el sistema del Emperador Napoleón, hubiera debido retirarse, a la manera de los ministros ingleses, cuando tal sistema fué desechado. Sin duda, en una Monarquía absoluta, la voluntad del amo lo explica todo; pero la dignidad de un primer ministro exige tal vez