Página:Diez años de destierro (1919).pdf/250

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
248
 

las hizo pagar con el establecimiento de un despotismo preparado por su padre y consolidado por él. Catalina II, por el contrario, templó el poder despótico que encontró establecido. Si las circunstancias políticas de Europa trajesen la paz, es decir, si dejase de ser un solo hombre el dispensador del mal sobre la tierra, veríamos a Alejandro ocupado únicamente en el mejoramiento de su país, y en buscar por sí mismo las leyes que asegurasen a Rusia la felicidad con que ahora sólo puede contar durante la vida de su actual dueño.

Visité después a la respetable madre del Emperador, una princesa a quien la calumnia no ha podido nunca imputar sentimientos que no estuviesen dedicados a su esposo, a sus hijos, o a los infelices a quienes protege. Más adelante contaré cómo dirige este imperio caritativo, que ejerce en medio del imperio omnipotente de su hijo.

Vive en el palacio de Tauride, y para llegar a su aposento hay que atravesar una sala edificada por el principe Potemkin; esta sala es de incomparable grandeza; un jardín de invierno ocupa parte de ella, y se ven las plantas y los árboles por entre las columnas que forman el recinto central.

En esta vivienda todo es colosal. El príncipe que la edificó tenía ideas tan extrañas como gigantescas. Construyó ciudades en Crimea, tan sólo porque la Emperatriz las viese a su paso. Mandaba asaltar una fortaleza para agradar a una hermosa dama, la princesa Dolgoruki, que le había