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los modernos el lugar de la fatalidad entre los:

antiguos; tal hombre, que por su natural seríaincapaz de una mala acción, la comete obedeciendo a la ley de las circunstancias políticas. El único que ha mostrado conocer la razón de Estado es Corneille en sus tragedias; por eso, si hubiera vivido en mi tiempo, le hubiese nombrado primer ministro." Toda esta sencillez aparente en la discusión se dirigía a probar que no había habido pasión en la condena del duque, y que las circunstancias, de las que sólo es juez el jefe del Estado, motivaban y justificaban todo. Es completamente cierto que no le movió ninguna pasión al ordenar la muerte del duque de Enghien; se ha dicho que la ira le inspiró, pero no hay tal cosa. ¿De qué podía provenir la ira? El duque de Enghien no había provocado en nada al Primer Cónsul; Bonaparte esperó primeramente apoderarse del duque de Berry, quien, según se dice, estaba dispuesto a desembarcar en Normandía en cuanto Pichegru le mandara aviso. Este príncipe se halla mucho más cerca del Trono que el duque de Enghien, además, al desembarcar en Francia, hubiera infringido las leyes vigentes. Por todos conceptos le convenía más a Bonaparte hacer desaparecer al de Berry; pero, a falta de éste, escogió al duque de Enghien, discutiendo el caso friamente. Entre la orden de apoderarse de él y ¹a de condenarle pasaron más de ocho días; Bonaparte ordenó el suplicio del duque de Enghien muy