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DE DIÓGENES LAERCIO.

cido por esto de toda Grecia, lo tuvieron todos por muy amado de los Dioses.

2 Padecian peste los Atenienses, y habiendo respondido la Pitonisa que se lustrase la ciudad, enviaron á Creta con una nave á Nicias, hijo de Nicerato, para que traxese á Epiménides. Vino en efecto en la Olimpiada XLVI., expió la ciudad, y ahuyentó la peste de la forma siguiente: tomó algunas ovejas negras y blancas, las conduxo al Areopágo, y las dexó para que de alli se fuesen donde quisiesen, mandando á los que las seguian, que donde se echase cada una de ellas las sacrificasen al Dios mas vecino al parage. De esta manera cesó el daño. Desde entonces se hallan por los pueblos de los Atenienses diferentes aras sin nombre [1], en memoria de la expiacion entonces hecha.

3 Otros dicen que la causa de la peste fue la maldad de Cilonio; y refieren el modo con que se libertó, que fue muriendo los dos jóvenes Cratino y Ctesibio, con lo qual cesó la calamidad. Los Atenienses le dieron un talento y una nave con que regresase á Creta: pero él no admitio el dinero, antes hizo confederacion entre los Gnosios y Atenienses; y volviendose á su casa,

  1. Βωμοὺς ὰνωνύμους. Una de estas pudo ser la que vio San Pablo, como se dice en los Actos de los Apostoles, cap. 17. v. 23. Hace tambien memoria de ellas Pausan. lib. I. cap. I., y lib. 5. cap. 14.: y Luciano en el Dialogo Φιλόπαϊρις.