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LIBRO II.

la Vía Láctea es un reflejo del resplandor de los astros no iluminados por el sol. Que los cometas son un concurso de estrellas errantes que despiden llamas, y que el aire los vibra como centellas. Que los vientos provienen del aire enrarecido por el sol. Que los truenos son el choque de las nubes; los relámpagos el ludimiento de las mismas. Que el terremoto es causado por aire que corre por dentro de la tierra[1]. Que los animales fueron engendrados del humor, del calor y de la tierra; después fueron naciendo de ellos mismos, engendrándose los machos a la parte derecha y las hembras a la izquierda.»

4. Se dice que anunció, antes de caer, la piedra que cayó en Egos-pótamos, la cual dijo caería del sol[2], y que por esto Eurípides, su discípulo, en la tragedia intitulada Faetón, llamó al sol masa de fuego. También que, habiendo partido para Olimpia, se sentó[3] vestido de pieles, como que había de llover presto, y así sucedió. A uno que le preguntó si los montes de Lampsaco serían mar en lo venidero, dicen respondió: «Sí, por cierto, como el tiempo no se acabe». Preguntado una vez para qué fin había nacido, dijo que «para

  1. Epicuro, en su carta a Pitocles, dice casi todo lo mismo.
  2. Plinio, lib. II, cap. LVIII, dice que esto sucedió en la Olimpíada LXXVIII. Podrán verse Plutarco en la Vida de Lisandro; Filóstrato, en la de Apolonio, lib. I, cap. II; Eusebio, Aristóteles y otros.
  3. Se sentó en las gradas para ver los espectáculos.