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Página:Diogenes Laercio Tomo I.djvu/272

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DE DIÓGENES LAERCIO.

la voz mudó nunca de tono, con lo cual se usurpó para sí a Crantor[1]. Habiéndole mordido la rodilla un perro rabioso, no tomó el menor sobresalto. Movídose un tumulto en la ciudad y preguntándole lo que era, permaneció inmoble. En los teatros nada se conmovía, y leyéndole una vez a él y a Crates unos versos el poeta Nicostrato, apellidado Clitemnestra, Crates se movió a conmiseración, pero Polemón estuvo como si no lo oyera. En suma, fue tal como lo describe el pintor Melantio en sus libros De la pintura. Dice que «conviene refrenar la arrogancia y dureza en las operaciones igualmente que en las costumbres»; pues decía Polemón que «conviene ejercitarse en las obras y no especulaciones dialécticas, como los que meditan en cláusulas armoniosas según arte, exagerando una u otra preguntilla, y se contradicen a sí mismos en la verdadera disposición».

2. Era urbano e ingenioso, evitando lo que de Eurípides dice Aristófanes:

Agudo y arrebolado, etc.

pues según él dice,

nefanda obscenidad y abominable,
más con la mayor carne se deleita[2].

Cuando era preguntado acerca de alguna proposición,

  1. θηαθϊναι, cazó, cogió, cepisse.
  2. χαταπυγοσύνή τάυτά έστι πρός χρεας μέγα. Abominación semejante a la que leemos en Ezequiel, cap. 23, v. 20: cosa propia del obsceno Aristófanes, cuyo es el referido verso.