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DE DIÓGENES LAERCIO.

Antípatro era muerto de haber bebido veneno, se estimuló a querer quitarse la vida, y dijo: «Dadme también a mí». Y diciendo los circunstantes: «¿Qué queréis?», respondió: «Vino con miel». Refiérese que cuando murió se eclipsó la luna; y de eso podrá decir alguno que parece sentía su muerte el astro más hermoso después del sol. Apolodoro dice en las Crónicas que murió el año cuarto de la Olimpíada CLXII, habiendo vivido hasta los ochenta y cinco años. Corren unas Epístolas suyas a Ariarate, rey de Capadocia. Lo demás lo escribieron sus discípulos, pero él nada dejó escrito. Mi epigrama a él, en metro logádico y arquebuleyo, es el siguiente:

¿Qué quieres, musa, note a Carnéades?
Torpe será de mente quien no vea
cuánto temió la muerte; pues enfermo
de una temible tisis, todavía
no consintió la solución del cuerpo;
antes habiendo oído
que Antípatro veneno había tomado,
«dadme, dijo, también cosa que beba.»
¿Y qué queréis? «¿Qué? dadme miel con vino.»
Repetía igualmente con frecuencia:
«¡Ah, la Naturaleza
que me supo formar, sabrá sin duda,
no menos, disolverme!»
Esto no obstante descendió a la tierra.
Era bien conveniente