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LIBRO V.

la de los mentirosos, respondió que «cuando dicen verdad no son creídos». Como le notasen de haber dado limosna a un hombre malo, dijo: «No socorrí las costumbres, sino el hombre.» Solía decir a los amigos y concurrentes en cualquier lugar que estuviese que «la vista recibe la luz del aire que nos circunscribe, y el alma la recibe de las ciencias». Muchas veces, cuando se enardecía contra los atenienses, decía que «habían sido los inventores de los granos y de las leyes, pero que usaban de los granos, mas de las leyes no». Decía que «las ciencias tienen las raíces amargas, pero dulces los frutos». Preguntado qué cosa envejece presto, respondió: «El beneficio». Preguntado también qué cosa es la esperanza, dijo: «Es un sueño de un hombre despierto

9. Dábale Diógenes en cierta ocasión un higo seco, y suponiendo que si no lo tomaba le diría algo punzante, lo tomó, diciendo: «Diógenes ha perdido su higo con su meditada sentencia.» Habiéndole dado otro higo, lo recibió; y levantándolo en alto como hacen los muchachos, dijo: «Grande Diógenes», y se lo volvió. Decía que «los muchachos necesitan de tres cosas: talento, enseñanza y ejercicio». Habiendo oído decir que uno había hablado mal de él, respondió: «Estando yo ausente, mas que me azote.» También que «para la recomendación es la hermosura más poderosa que las cartas.» Otros quieren que esta sentencia sea de Diógenes; y que Aristóteles llamó don a la hermosura; que Sócrates la