Página:Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira (1911).djvu/175

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como «anima vile» para disecarme en sus estudios psicológicos, pero aunque esto fuera, en realidad, se lo perdonaría con gusto, porque siempre se mostró muy mi amigo. En fin, recuerdo que aquella noche me espetó este singular discurso:

—Todos los caminos están abiertos para ti.

Eres miembro—cómplice, dirían otros, los de la oposición ciega, que no ve la marcha paulatina de las cosas,—eres miembro de una oligarquía que prepara la gran república democrática de mañana, así como Napoleón III preparó sin comprenderlo, la todavía lejana verdadera República Francesa. Eres audaz, valiente, flexible, despreocupado, amoral: Con esto se puede llegar muy lejos, y lo que es más curioso, lo que es casi inverosímil, hacer mucho bien al país, con el más perfecto egoísmo... Quizá yo debiera ser tu enemigo. Pero, como eres un ejemplar característico de la raza en formación, de la raza de los tiempos que vienen, soy más bien tu amigo, tu admirador, y puedes contar con mi ayuda, como puede contar con ella el partido á que pertenecemos, por muchos errores que cometa, porque es un partido histórico, un partido de transición marcada, y realiza por buenas ó por malas el papel que le corresponde...

Como los demás partidos, por otra parte, pero no en el mismo escenario... Los otros quieren quedarse demasiado atrás ó ir demasiado adelante, mientras que el nuestro evoluciona insensiblemente, harto insensiblemente en ocasiones, para conservarse en el poder. Ya ves que soy tolerante... Esta tolerancia que puede parecer exagerada, es una tendencia más fuerte que yo, más fuerte que mi voluntad, porque mi instinto me obliga á comprender, y comprender es más que perdonar, es tolerar, es hasta colaborar, según vengan los tantos...