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Lo mismo que del partido digo de ti...

Si no hubiera muchos hombres como tú, nuestro país sería otra cosa—quién sabe cuál,—pero dejaría de ser lo que es y no llegaría á ser lo que será. ¡Perogrullada, dirás! ¡Pero perogrullada que pocos se dan el trabajo de comprender! Con la gente estática no se va á ninguna parte, con la muy dinámica se puede llegar á incurables desórdenes, á la anarquía que engendra la tiranía compensadora. La útil es la acomodaticia que sabe andar y detenerse, la oportunista, en fin, como tú. Tú, yo, nosotros, somos tan necesarios como lo son los demás, los que siguen á los jefes de la oposición, al que lo ha sido todo en nuestro país y al que no ha sido nada—somos los reguladores,—y verás cómo, gracias á nosotros y á ellos,—poco á poco van convergiendo los caminos y los esfuerzos, aun en los momentos en que más alejados y más antagónicos parezcan. Y es que el hombre quiere someter la Naturaleza á una armonía que nadie, sino la caprichosa Naturaleza nos ha enseñado, que nadie, sino ella, puede crear... Verás cómo, entre todos, á la larga, se establece un equilibrio, sin imponerse como único y definitivo, porque es variable, y cambia á cada hora, en un segundo para la historia, en muchos años para nuestra nacionalidad, si tenemos en cuenta que no alcanza al siglo todavía... Dicen que las virtudes de nuestros antepasados, sus luchas para conquistar una patria, se han convertido en vicios en nosotros, en lucha por conquistar un bienestar epicúreo, y que esto nos lleva al desastre. ¡Mentira! Cada época tiene sus exigencias y sus héroes.

Y si los locos como tú no aspiraran á una vida de lujo y de molicie, éste sería un pueblo de santos patriarcas, es decir, un pueblo estancado en plena vida pastoril. Lo inerte es lo único