Página:Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira (1911).djvu/251

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color sospechoso, entre china y mulata, con quien se casó hace poco para legitimar una larga prole de negritos de mota y pata en el suelo. Este manejo se repite cada cinco minutos ó á cada párrafo de «sana doctrina política».

La Hebe archicriolla, si no se prefiere archiafricana, cobra, naturalmente, su comisión en especies, echando sendos tragos, de modo que al acabar un artículo atiborrado de insultos y de calumnias y hediendo á alcohol, ambos, el salvador del país y su Egeria cetrina, están completamente borrachos. Entonces leen lo que el Literato ha escrito, y la Musa orillera hace corregir las palabras demasiado suaves, substituyéndolas con las más gordas del diccionario populachero, y dándoles todo el fétido aliento de su dipsomanía. Y el engendro de su doble embriaguez delirante es para ellos algo sagrado, si no divino, el eco exacto y admirable del grito del pueblo. Para los demás es únicamente, y no puede ser otra cosa, el eructo del porrón.» No copio más, porque juzgo ahora este sistema de polémica menos distinguido que entonces, y mucho más ineficaz de lo que parece.

Va más allá del blanco. Pero agregaré en mi descargo, si no en mi honor, que estos mismos sueltos, procaces si se quiere, eran modelo de discreción y agudeza, comparados con los que entonces solían leerse en la prensa provinciana, y de los que guardo algunos tan curiosos, como aquél que discutía el modo y forma del nacimiento de un personaje puntano...

Ni insinuar se puede lo que decía.

Como es fácil de comprender, este deporte periodístico era para mí una diversión incomparable, que me absorbía largas horas en la rebusca de insidias y gracejos. El resto de mi