Página:Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira (1911).djvu/329

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mientras pasaba la tormenta en ciernes. Pero, ¿cuál? No podía ser juez, porque había desdeñado hacerme dar, como tantos otros, un título de doctor en alguna caritativa Facultad provinciana, y ya no era tiempo—dada mi relativa notoriedad—de volver sobre mis pasos. Me quedaba la carrera diplomática... ¿Por qué no hacerme nombrar ministro en Europa ó, por lo menos, en uno de esos hospitalarios y divertidos países sudamericanos, donde se lleva una vida patriarcal y caballeresca, ante paisajes admirables, bajo un clima espléndido, en medio de las más sentimentales aventuras, sin nada que hacer, ni nadie que amenace la estabilidad del puesto? ¡Oh! ¡gracias por la idea, dulce Vázquez!


IX

Fuí á visitar al Presidente, como lo hacía todas las semanas, y le hablé incidentalmente de mis deseos, para tantear el terreno y guardándome la retirada. Me dijo que estaba loco, que no podía habérseme ocurrido tontería mayor.

En aquellos momentos, necesitaba de sus verdaderos amigos; yo podía serle utilísimo presentando con elocuencia sus ideas en el Congreso, y no era cosa de nombrarme, ni aun de permitir que me expatriara.

—Preferiría hacerte ministro aquí—exclamó tuteándome como lo hacía en los grandes momentos de expansión.—Y si la situación lo permitiera, lo haría sin vacilar, como lo haré en cuanto se calmen los ánimos. No te apures:

¡tu porvenir está asegurado! Antes de dos años serás ministro ú otra cosa semejante, y con eso se consolidará definitivamente tu situación.

Me marché perplejo, mientras una luz iba