gresar por el golfo de Méjico á su fuerte de San Luis, y disponer las cosas para obrar en la forma dicha tan luego lo ordene S. M.
»Estos dos medios de conseguir la conquista de Nueva Vizcaya, cabe poner en práctica sin gasto de consideración; uno ú otro ó ambos á la vez pueden decidirse, atacando á los españoles por sitios distintos. En este caso, los dos buques solicitados en la primera proposición servirían á las dos, porque pasado el golfo juntos, iría uno á Pánuco y otro á la boca del nuevo río, que no dista más de sesenta leguas.
»Hecha la conquista y asegurada, serviría después para echar, cuando se creyera oportuno, á los españoles de toda la Nueva España, sin emplear otra gente que la misma que les está sometida, que segura de la protección extranjera y sostenida por los indios, no dejarían de sublevarse contra ellos y sacudir el yugo insoportable, como lo han hecho los indios en una gran parte de Chile, que los españoles no han logrado reducir desde que han salido de su dominación.
»Aun cuando se limitara la empresa á la conquista de Nueva Vizcaya, es de asegurar que vale la pena de acometerla: los españoles, que conocen la importancia de la provincia y la cantidad de plata que explotan, ofrecerían de buena gana á S. M. plazas importantes de Europa por recobrarla, no siéndoles nada tan de temer como que los franceses penetren en la tierra firme de los Estados de las Indias occidentales, manantial de su riqueza. Por esta razón han impedido con tanto tesón que los franceses comuniquen allí y no quieren en Indias la paz con nuestra nación, aunque la mantengan en cualquiera otra parte.
»Ya resuelva S. M. aprovechar la coyuntura de la declaración de guerra de los españoles ó prefiera dar paz á Europa, la empresa conducirá á dos fines: aceptando la guerra, la conquista de la provincia le será muy útil; y si quiere obligar á los españoles á la paz, la invasión de un país que les es tan querido contribuirá á que acepten las condiciones que S. M. quiera imponerles con tal de obtener la restitución.
»A las objeciones de la incertidumbre del éxito en campaña tan lejana, se responde que no haciendo S. M. gastos de consideración ni empleando más que aventureros, nada arriesga y puede conseguir mucho, y suceda lo que quiera, se harán pagar de los españoles los gastos de viaje, haciéndoles arrepentir de haber tan temerariamente declarado la guerra á S. M.
»Los recelos que la empresa pudiera despertar entre los ingleses y holandeses, no son de temer manteniéndola secreta y llevándola á cabo antes de que tengan la primera noticia, y como las que llegan de aquel