que á la virtud sacrificar querías
tan horrenda pasion? Tu pecho mismo
no te mostró de errores un abismo,
al ver del Moro Rey las pretensiones?
Cond. Qué leves sois, humanos corazones!
A un ímpetu de amor, ó de locura
cedió de justa madre la ternura.
Pintóme amor del Moro la partida
con tan tristes colores, que la vida
perdiera por no verle yá marchando.
Su bella imagen, su atractivo blando,
fueron fuertes motivos que se unieron,
y á un crimen suficientes parecíeron.
Con tal resolucion la mano mia
firmó la injusta muerte de García.
Pero fuerzas del vicio producidas,
cuando han sido algún tiempo mantenidas.
Desvanece sus sombras el delirio,
y entonces, qué dolores !qué martirio!
Ahora que con justas reflexiones
exâmino el rigor de mis pasiones,
ahora que yá veo quán mudado
está en sensible mi felíz estado;
al ver que en otros tiempos yo pasaba
quieta la vida, que felíz lograba;
y al presente entre sustos comprimida,
toda muerte es más dulce que mi vida;
yo misma me aborrezco, me abomino;
contra mi vida, con rigor camino;
y no tengo valor para arrancarme
un corazon, que supo acriminarme?
Elv. Qué intentas, pues, señora?
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(XXVII)
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Cond.