Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/29

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 27 —

Con mi visión dentro, alcancé las primeras veredas sobre las cuales mis pasos pudieron apurarse. Más fuerte que nunca vino a mí el deseo de irme para siempre, del pueblito mezquino. Entreveía una vida nueva hecha de movimiento y espacio.

Absorto por mis cavilaciones crucé el pueblo, salí a la oscuridad de otro callejón, me detuve en "La Blanqueada".

Para vencer el encandilamiento fruncí como jareta los ojos al entrar al boliche. Detrás del mostrador estaba el patrón, como de costumbre, y de pie, frente a él, el tape Burgos concluía una caña.

—Güenas tardes, señores.

—Güenas — respondió apenas Burgos.

—¿Qué trais? — inquirió el patrón.

—Ahí tiene Don Pedro — dije mostrando mi sarta de bagresitos.

—Muy bien. ¿Querés un pedazo de mazacote?

—No, Don Pedro.

—¿Unos paquetes de La Popular?

—No, Don Pedro... ¿Se acuerda de la última platita que me dió?

—Sí.

—Era redonda.

—Y la has hecho correr.