más que cuatro) á que no son catorce. ¿Cuándo llega el dia de los Ángeles?
Dentro de dos semanas.
Sean pares ó nones, ese dia, en anocheciendo, cumple Julieta años. ¡Válgame Dios! La misma edad tendrian ella y mi Susana. Pero Susana está en el cielo. No merecía yo tanta dicha. Pues como iba diciendo, cumplirá catorce años la tarde de los Ángeles. ¡Vaya si los cumplirá! Me acuerdo bien. Hace once años, cuando el terremoto, la quitamos el pecho. Jamas confundo aquel dia con ningún otro del año. Debajo del palomar, sentada al sol, unté mi pecho con acíbar. Vos y mi amo estabais en Mántua. ¡Me acuerdo tan bien! Pues como digo, la tonta de ella, apenas probó el pecho y lo halló tan amargo, ¡qué furiosa se puso contra mí! ¡Temblaba el palomar! Once años van de esto. Ya se tenia en pié, ya corria... tropezando á veces. Por cierto que el dia antes se habia hecho un chichon en la frente, y mi marido (¡Dios le tenga en gloria!) ¡con qué gracia levantó á la niña! y le dijo: «Vaya, ¿te has caido de frente? No caerás así cuando te entre el juicio. ¿Verdad, Julieta?» Sí, respondió la inocente limpiándose las lágrimas. El tiempo hace verdades las burlas. Mil años que viviera, me acordaria de esto. «¿No es verdad, Julieta?» y ella lloraba y decia que sí.
Basta ya. Cállate, por favor te lo pido.
Me callaré, señora; pero no puedo menos de reirme, acordándome que dijo sí, y creo que tenia en la frente