Verás escrito en su cara todo el amor que te profesa. Fíjate en su rostro y en la armonía de sus facciones. Sus ojos servirán de comentario á lo que haya de confuso en el libro de su persona. Este libro de amor, desencuadernado todavía, merece una espléndida cubierta. La mar se ha hecho para el pez. Toda belleza gana en contener otra belleza. Los áureos broches del libro esmaltan la áurea narración. Todo lo que él tenga será tuyo. Nada perderás en ser su mujer.
¿Nada? Disparate será el pensarlo.
Di si podrás llegar á amar á Páris.
Lo pensaré, si es que el ver predispone á amar. Pero el dardo de mis ojos sólo tendrá la fuerza que le preste la obediencia.
Los huéspedes se acercan. La cena está pronta. Os llaman. La señorita hace falta. En la cocina están diciendo mil pestes del ama. Todo está dispuesto. Os suplico que vengais en seguida.
Vámonos tras tí, Julieta. El Conde nos espera.
Niña, piensa bien lo que haces.