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Página:Dramas de Guillermo Shakespeare.djvu/500

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OTELO.

como la losa de un sepulcro.—¿Abriré? ¿Será una imprudencia?—¡Me parece que se mueve!—No es nada.—¿Qué haré? Si entra, preguntará por mi mujer. ¡Mi mujer, mi mujer!—¿Y quién es mi mujer? Yo no la tengo. ¡Hora tristísima! ¡Ojalá hubiese ahora un eclipse de sol y de luna, y se abriera el centro de la tierra!

EMILIA.

¡Abrid, señor! Que es muy importante lo que tengo que deciros.

OTELO.

Ya no me acordaba de tí, Emilia. Entra, pero despacio. Voy á cerrar las cortinas del lecho.

(Abre la puerta.) (A Emilia.)

¿Qué nuevas traes? Dímelas.

EMILIA.

Señor, cerca de aquí acaban de matar á uno.

OTELO.

En este instante.

EMILIA.

Ahora mismo.

OTELO.

Influjos son de la luna, que anda ahora muy cerca de la tierra, y hace sentir aquí sus efectos.

EMILIA.

Casio ha dado muerte á un mancebo veneciano llamado Rodrigo.

OTELO.

¿Muerto Rodrigo? Y Casio muerto tambien.