Y lo repito: bien venidos sean.
Gracias por tanto favor. Mi intencion no era visitarte, pero Salerio, á quien encontré en el camino, se empeñó tanto, que al cabo consentí en acompañarle.
Lo hice, es verdad, pero no sin razon, porque te traigo un recado del señor Antonio. (Le da una carta.)
Antes de abrir esta carta, dime cómo se encuentra mi buen amigo.
No está enfermo mas que del alma; por su carta verás lo que padece.
Querido Salerio, dame la mano. ¿Qué noticias traes de Venecia? ¿Qué hace el honrado mercader Antonio? ¡Cómo se alegrará al saber nuestra dicha! Somos los Jasones que han encontrado el vellocino de oro.
¡Ojalá hubierais encontrado el áureo vellocino, que él perdió en hora aciaga!
Malas nuevas debe traer la carta. Huye el color de las mejillas de Basanio. Sin duda acaba de saber la muerte de un amigo muy querido, porque ninguna otra mala noticia podria abatir un ánimo tan constante; malo, malo. Perdóname, Basanio, pero soy la mitad