Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/63

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
53
JULIO CÉSAR

Ciudadano 1.º—Si resulta así, alguien lo ha de pagar bien caro!

Ciudadano 2.º—¡Pobre hombre! Tiene enrojecidos los ojos de llorar.

Ciudadano 3.º—No hay en Roma hombre más noble que Antonio.

Ciudadano 4.º—Observémosle ahora. Vuelve á hablar.

Antonio.—Sólo ayer, la palabra de César habría hecho frente al mundo todo: y hedle allí que yace ahora sin que haya uno solo bastante humilde para rendirle homenaje. ¡Oh señores! Si estuviera dispuesto á conmover vuestros corazones y vuestra mente y arrastrarlos á la cólera y al tumulto, haría injusticia á Bruto é injusticia á Casio; y todos sabéis bien que son hombres honorables. No quiero ser injusto para con ellos. Prefiero serlo para con el muerto, para conmigo mismo y para con vosotros, antes que para con hombres tan honorables.—Pero tengo aquí un pergamino con el sello de César. Lo encontré en su retrete y es su testamento.—Permitid que oigan su última voluntad los ciudadanos (si bien, con vuestro permiso, no me propongo leerlo), é irán á besar las heridas de César muerto, y mojarán sus telas en su sagrada sangre; sí; y mendigarán uno solo de sus cabellos como memoria, y al morir lo mencionarán en sus testamentos como rico legado á sus sucesores.

Ciudadano 4.º—Queremos oir el testamento. Leedlo, Marco Antonio.

Ciudadanos.—¡El testamento! ¡El testamento! ¡Queremos oir el testamento!

Antonio.—Tened paciencia, benévolos amigos; no debo leerlo. No es oportuno que sepáis á qué punto os amó César. No sois leños, no sois piedras; sois hombres, y como hombres, al oir el testamento de César, os sentiríais inflamados, exasperados por la indigna-