Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/90

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
78
JULIO CÉSAR

griento estandarte y hay que tomar alguna medida inmediatamente.

Antonio.—Octavio, haced avanzar vuestras fuerzas sin precipitación sobre la izquierda del terreno llano.

Octavio.—Yo iré á la derecha: conservad vos la izquierda.

Antonio.—¿Por qué me contrariáis en este trance?

Octavio.—No os contrarío; pero haré como he dicho. (Marcha.—Tambor. Entran Bruto, Casio y su ejército. Lucilio, Messala y otros.)

Bruto.—Hacen alto, y quieren parlamentar.

Casio.—Manteneos firmes, Ticinio. Nosotros tenemos que ir y hablar.

Octavio.—Marco Antonio, ¿daremos la señal de la batalla?

Antonio.—No, César. Responderemos á su ataque. Avanzad. Los generales querrían decir algo.

Octavio.—No os mováis hasta que se dé la señal.

Bruto.—Antes las palabras que los golpes. ¿No es así, compatriotas?

Octavio.—No porque nos agraden más las palabras, como á vosotros.

Bruto.—Buenas palabras son mejores que malos golpes, Octavio.

Antonio.—En vuestros malos golpes, dáis buenas palabras, Bruto. Dígalo, si no, el agujero que hicisteis en el corazón de César, gritando: «Salve, viva César!»

Casio.—Antonio: de cómo dáis golpes, nada se sabe todavía; pero en cuanto á vuestras palabras, parecen haber quitado á las abejas toda su miel.

Antonio.—Y su aguijón también.

Bruto.—¡Oh, sí! y su zumbido; porque hacéis ruido como ellas y muy discretamente amenazáis antes de punzar.

Antonio.—No lo hicisteis vosotros ¡villanos! cuando vuestros viles puñales tropezaban uno con otro en los