Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/91

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
79
JULIO CÉSAR

costados de César! Mostrabais los dientes como monos, y hacíais fiestas como perros, y os inclinabais como siervos para besar los piés de César, mientras que el infernal Casca, como un miserable hería por la espalda el cuello de César! ¡Oh aduladores!

Casio.—¡Aduladores! Agradecedlo á vos mismo, Bruto, que, á haber dominado Casio, esa lengua no habría ofendido hoy así.

Octavio.—Venid, venid á la causa. Si la discusión trae gotas de sudor, la prueba de ella las traerá más coloridas. Mirad. Desnudo la espada contra conspiradores: ¿cuándo pensáis que volverá á la vaina? Nunca, mientras no queden bien vengadas las veintitres heridas de César, ó hasta que otro César se añada á la carnicería hecha por la espada de los traidores.

Bruto.—César, no morirás por manos de traidores, á menos que los traigas contigo.

Octavio.—Así lo espero. No nací para morir por la espada de Bruto.

Bruto.—¡Oh! Si fueras el más noble de tu raza, no podrías, joven, recibir más honrosa muerte.

Casio.—Un impertinente muchacho de escuela, indigno de tal honor, unido á un jaranista enmascarado.

Antonio.—¡Silencio, viejo Casio!

Octavio.—Venid, Antonio. Fuera! Os lanzamos el reto al rostro, traidores! Si os atrevéis á combatir hoy, venid al campo. Si no, cuando hagáis el ánimo.

(Salen Octavio, Antonio y su ejército.)

Casio.—Pues bien: ahora, sopla ¡oh viento! Hínchate, ola; boga, barca; que está encima la tormenta, y todo está en manos del acaso.

Bruto.—Ea! Lucilio. Tengo que deciros una palabra.

Casio.—Messala?

Messala.—¿Qué decís, mi general?

Casio.—Messala, hoy es mi cumpleaños; pues Ca-