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JULIO CÉSAR

Ticinio.—¡Oh Casio! Bruto dió la señal demasiado pronto. Había alcanzado alguna ventaja sobre Octavio, y la asió con demasiada precipitación. Sus soldados se dieron á buscar botín, mientras que nosotros estamos rodeados por todas partes por Antonio.

(Entra Píndaro.)

Píndaro.—¡Huíd á más distancia, mi señor, huíd á más distancia! Marco Antonio está en vuestras tiendas. ¡Huíd, noble Casio, más lejos!

Casio.—Esta colina está bastante lejos. Mira, mira, Ticinio. ¿Son mis tiendas aquellas donde diviso un incendio?

Ticinio.—Ellas son, mi señor.

Casio.—Ticinio, si me amas, monta en mi caballo y sepulta tus espuelas en sus ijares, hasta que hayas llegado á aquellas tropas, allá arriba, y estés de regreso aquí, á fin de que pueda yo estar seguro de si son nuestras ó del enemigo.

Ticinio.—Estaré de vuelta en un abrir y cerrar de ojos.

(Sale.)