SELLA 15
—Lo priucipal es la primera impresión, agregó Carmencita.
—Por qué no te pones uva fina ajgrette blanca, que completaría tanto tu lindo traje? preguntó Alex 4 su prima.
—Es cierto Alex, qué lindo sería! pero ten- ría que mandarla buscar y es tarde ya.
—Yo debo tener una; la buscaré de aquí un momento,
—Moussion, dice por teléfono, que no pue- de venir el peinador hasta las diez, avisaron.
Fué casi un grito de dolor el de Isabel,
—Ya te peinarécomo lo hice la otra no- che, y te colocaré la ajgrette.
—Merci, merci, ma chére Alex, —contestó la bella prima, que hablaba el francés en fra- ses cortas...
Todos salieron del hall; misia Carmen, que viviendo en el derroche practicaba la peque- ña inútil economía, apagó con disimulo, al pasar, tres picos dela araña y dos de la pa- red, dejando sólo la luz necesaria, para que Alex distinguiera una rosa de una dalia.
La puerta vidriera se abrió, y entró un joven, alto, delgado, de barba corta, cuadra- da, castaña, con un largo paletó, sombrero blando, guantes gruesos de chauffeur, precedi- do del portero, que preguntaba su nombre para anunciarlo.
—No ála familia, á Enrique únicamente, dígale que alguien quiere verlo sin nom- brarse.