STELLA 145 y permanecieron de pie, rodeados por mu- chos señores y jóvenes, con los que se gene- ralizaba la conversación. Isabel y Montero levantáronse también, y como estaban veci- 1os, quedaron dentro de la animada rueda.
Isabel, que no podía demostrar su contra- riedad, informaba á Alex, á su pedido, de ciertas personas que le llamaban la aten- ción.
Misia Carmen se acercó al grupo y pre- sentó á su bija, con orgullo, 4 su acompañan» te, un resplandeciente general muy camarada del hermano de don Luis.
El Ministro Español, que la seguía, condu- ciendo á Micaela,—acto de abnegación que le imponía su amistad con la familia, —saludó también 4 la joven, con sus iuevitables ga- lanterías, y al distinguir 4 Alejandra, le dijo:
—¡Ab, señorita! ¿con que es usted hija, nada menos que de Gustavo Fusller? Me sonaba. tanto su nombre, que se lo pregunté á su tío, después que usted nos dejó.
—¿Su padre, señorita, era el Fusller de faraa mundial? preguntó Montero con gran interés,
Todos los que formaban la rueda espera- ban la respuesta,
—Sí, señor, contestó la joven alzando su cabeza en un noble orgullo; ¡mi padre era el Fusller de fama mundial!
El grupo le sonrió. Una mezcla de fastidio y de halago sintieron Micaela y misia Car-