STELLA m
Verdadero tipo de Americana, observó Nordolj.
—Mis miradas no pueden desprenderse de ella; sí, sí, así era mi delicada, mi adorable mamá!
—Esa señora es nieta de un prócer ameri- cano, esposa de un médico distinguido, y educada en París, informó Linares.
—Esmás que todo eso, agregó Máximo; esuna delas mujeres que más valen en mues- tra sociedad, por su bondad, su inteligencia, su carácter alto é indepediente.
=Sí, así tenía que ser, murmuró Alex; y sus ojos seguían, seguían la fina silucta de la gentil Venezolana; su corazón se iba tras ella.
Al llegar 4 los carruajes, Clarita antes de despedirse, dirigiéadose 4 las de Maura sin mirar 4 Alejandra.
—Muchachas, la Guerrero y Díaz de Men- doza nos han prometido ir 4 casa mañana 4 la noche; también irán Marchal y Thibaud. Reuniremos, con ese motivo, á algunas per- sonas. No nos falten, pues, ninguna. Diganselo 4 Carmencita. ¿Y usted, Quiroz?. .. Ya selo he pedido 4 Montero... ¡Ah! Pa- lacios, queda usted invitado. Por caridad no sereluse, tendríamos desmayos de la chica... Ya saben, á las nueve,
El padre clavó en la hija una mirada de fría autoridad, la mirada que ella sabía no admitir resistencias, y en un tono que pedía
sra »