Página:Duayen Stella.djvu/20

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” STELLA con


tanto desparpajo por su prima, reco, la vista á uno por uno de los niños, y la detenía eu su hermana como si la consultara. Los visitantes aclimatados — demasiado ! — miraban, preguntaban, curioseaban todo, ha- blaban á la vez en voz de flauta que ¡ba su- biendo. De pronto dijo la Perla, guiñando el ojo con gesto de malicia:

—Voy á traerla!... Y salió corriendo con una resolución quese llevaba todo por delante.

— Sí, que venga, que venga! Qué la trai- ga! pedían en <oro todos, palmoteando y brincando de entusiasmo.

La joven trataba de contenerlos, cuando apareció la Perla arrastrando casi á un per- sonaje singular, que se resistía pataleando y gruñendo, á quien los «l ¡bieron con aclamaciones, y que produjo en Stella una impresión de susto, de risa y de admiración. Era éste un pequeño ser que parecía de azabache, que representaba cinco años, con un cabello muy motoso todo alborotado, un hocico muy punzó estirado para refunfuñar, y unas manitos flacas y largas, de palmas blancas, que en ese momento le servían para restregar sus ojos llenos de sueño, vestido también con larga camisa blanca, escotada; en su pescuezo, largo como el de una cigiieña, un collar de corales grandes y redondos, eu sus orejas dos argollas de oro, relucientes. Stella apretábase contra su hermana, pre- guntándole con los ojos: «Es un animal, es